No existe peor engaño que el de una publicidad que publicita algo que no existe. Es como si un gordo me sacara los pelos del ano con un alicate, mientras que el anuncio decía ‘’mujer sensual + depilación placentera’’. No solo es un insulto a la inteligencia, frase que yo saco de ‘’el padrino’’, sino que, además es un golpe a tus ilusiones y aspiraciones. Más de una vez he sido víctima del hype, este truco del mercado que consiste en hacer una campaña publicitaria que hace ver al producto como un ‘’must have’’; te tienen embobado con cada tráiler masturbable y viral, para que al final el producto resulte ser una simple construcción de ideas que se plantearon, pero que no llegaron a desarrollar bien.

Sin embargo, no puedo evitar llenar de buenos comentarios la genialidad de la publicidad, y en su mayoría de veces desear morir solo con el recuerdo de esta; si tan solo pudiera morir en ese hermoso beso a oscuras y no despedazar mi integridad mental con prender la luz y toparme con una persona asquerosa, visceral y humeante.
Y vengo a mostrar un caso bastante específico en esta entrada. Un juego que me hizo sentir lo suficientemente seguro, como para poner mis manos al fuego por él, ya que en esa época era bastante corto de juicio. Fui seducido por un tráiler hermoso, en palabras concretas, a lo que se le une mi interés, de esa época, por conocer más ambientaciones post-apocalípticas; todo inicializado por el emblemático a Fallout 1, agradable juego de los ‘’chicos’’ de Black Isle; honorable mención merecen, ya que lo que fue vértigo para los comics con temática adulta, Black Isle fue para los videojuegos el representante de videojuegos de rol. Pudieron haber muchas compañías que intentaron marcar la diferencia en el mercado, pero en su momento Black Isle fue todo un emblema. Volviendo al tema, el juego que engaño el ano inocente de mi corazón se llama Hellgate: London.

Los trailers te mostraban personajes que interactuaban entre sí, te esbozaban un pedazo de la historia con drama, como si te enseñaran las elegantes herramientas con las que cuentan, mientras se disponen a trabajar sobre el bloque de mármol. Desgraciadamente, no fue así, ya que teniendo historia que trabajar, el juego no se dispuso siquiera a enfocarse a eso, más bien, dejaron todo de lado; claro, hubo línea argumental, pero era una mierda, tan solo unos diálogos mediocres, sin voces para entrar en lo ‘’audiovisual’’ y con todos los eventos siguiendo un ritmo impertinente. En otras palabras, no supieron mezclar todas las posibilidades que brinda un videojuego para crear una narración digna de recuerdo, solo ibas a hablar con las personas para que te manden a matar monstruos.

Las habilidades del personaje, para estar enfocado el juego a la acción, eran aburridas visualmente, siendo esto lo que intentaban vender. Caían en lo monótono, ya que en resumen, todo el juego quedaba en mejorar tres habilidades principales durante todo el juego, y que siempre sea lo mismo usar esas tres, ni siquiera mejorándolas podrías emocionarte de decir ‘’Vaya, mi bola de fuego es despampanante’’, ya que todo estaba en los números; supongo yo, que deben de haber personas numerofilas que eyaculan al ver que su bola simple de fuego que hacia 10 puntos de daño, ahora hace 30 puntos multiplicado por el 30% de la fuerza total sumada a la agilidad que te brinda el pendiente mágico que primero taza una curva diferencial entre los tríceps y los bíceps, todo este cálculo partido por la mitad por el grosor de tu pene/clítoris (las mujeres siempre salen con números extraños), nótese que entre más complicado sea el cálculo del numero, mayores retorcijones tira-esperma tendrá el numerofilo al leer la cifra.
Menuda mierda. Todo era correr y golpear, ya sé que en eso consiste el juego, pero si mostraron cierto hype de calidad argumentativa en los videos, pudieron siquiera mantenerla vigente en el juego. Y yo que le hablé bien del juego a muchas personas.
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